Proyecto de Ordenanza
Creando el Programa Red de Mujeres por la Seguridad en la ciudad de Bahía Blanca.
Expediente: HCD-278/2024
Autor: Gisela Caputo
Bloque: Juntos
Palabra(s) clave(s): red de mujeres seguridad mujeres
PROYECTO DE ORDENANZA
VISTO:
La importancia de desarrollar estrategias de intervención a partir de la planificación del espacio público y la construcción de una agenda de política pública territorial como aporte en la prevención del delito.
Y CONSIDERANDO:
Que una de las conclusiones centrales de los expertos al analizar las políticas de seguridad es que se trata de una tarea de todos. Esta es la base de la noción de ‘seguridad ciudadana’, diferente de la tradicionalmente denominada ‘seguridad pública’.
Que la seguridad de ciudadanos es, sin duda, una condición indispensable del desarrollo humano. Por eso, el deber del Estado es proteger su vida e integridad física y en esto consiste el pacto mínimo de ciudadanía.
Que lo definitorio de la seguridad ciudadana es la necesidad y responsabilidad de coproducir seguridad entre todos los actores involucrados, tanto del Estado como de la sociedad civil. Este enfoque supone una gran descentralización de las iniciativas de seguridad y un énfasis en la prevención en el ámbito local.
Que el rol del Estado Municipal sigue siendo el de mayor importancia, como proveedor de recursos financieros y humanos, de monitoreo y de formulación de los grandes ejes de políticas que orientan la prevención.
Que aun en la actualidad, se continúa abordando la violencia y la (in)seguridad en las ciudades, sobre todo, desde la perspectiva del crimen, de lo que se define por ley que es violencia, sin considerar aquella que no está tipificada como delito. Este enfoque basado en los crímenes es muy limitado, porque se ocupa solamente de aquello que cada país prohíbe o castiga y, además, excluye la percepción de inseguridad o miedo.
Que las medidas de los gobiernos locales sobre prevención y control del delito, normalmente, provienen del ámbito de la justicia y la criminología, y consisten en estrategias restrictivas, como incrementar la presencia de la policía y el control en el acceso a los espacios públicos.
Que la aceleración de la vida urbana, el predominio del tráfico y la escasez de espacios de encuentro y relación dificultan la creación de todo un conjunto de relaciones y redes sociales. Como ya nadie utiliza las aceras para sentarse, charlar, correr o saltar, las calles se van convirtiendo casi exclusivamente en espacios para circular. Nadie las disfruta ni se apropia de ellas, y paralelamente ha ido reduciéndose el control social sobre el espacio público y, con ello, la seguridad colectiva.
Que la noción de convivencia, vivir en compañía de otro, sitúa en una perspectiva interesante el concepto de seguridad ciudadana. Con la noción de ‘convivencia’, el concepto de seguridad ciudadana adquiere una connotación de ausencia de violencia en las relaciones interpersonales y sociales, por lo que una política pública que se denomina ‘de convivencia ciudadana’ claramente irá dirigida a modificar las reglas de comportamiento que regulan dichas relaciones, para disminuir los índices de violencia.
Que diversos aprendizajes muestran que el grado de sociabilidad e integración existente en los espacios públicos de un barrio es reflejo de la mayor o menor confianza común allí construida, lo que a su vez incide en los niveles de percepción de seguridad/inseguridad.
Que el trabajo que se propone realizar en relación con la (in)seguridad de las mujeres pretende ir más allá del momento en el que se produce la violencia en sí, y se centra, sobre todo, en la percepción de seguridad y en el miedo, no solo en los casos de violencia que se dan, ya que estos también están condicionados por la diferencia que existe entre el tipo de violencia que pueden experimentar los hombres y la violencia que sufren las mujeres. Tal como dice Teresa del Valle (2006), el miedo, lo mismo que la seguridad, tiene referentes y significados distintos para hombres y mujeres.
Que desde pequeñas, las mujeres entramos en el espacio urbano con el mandato de que nuestra seguridad depende en gran medida de nuestro comportamiento, desde la forma de vestirnos hasta las horas y los lugares por donde transitamos.
Que el miedo o la percepción de inseguridad de las mujeres está marcada por la violencia ejercida sobre su cuerpo sexuado. Es muy diferente tener miedo a que te asalten o te den una paliza, de tenerlo a ser violada, y/o acosada, las consecuencias son diferentes y también la respuesta. Si a un hombre lo asaltan o le pegan en la calle, muy probablemente, lo explicará a su círculo cercano y se atreverá a denunciar lo que ha pasado. En cambio, cuando una mujer es violada, difícilmente lo va a compartir con mucha gente y, según en qué contexto viva, no va a querer denunciar esa violación por miedo a ser revictimizada y culpada. Eso se debe a que, como señala Ana Falú (2009), tanto las violencias que se ejercen en los espacios públicos, como aquellas que tienen lugar de puertas adentro, avasallan los cuerpos de las mujeres.
Que incluir en el análisis la percepción de inseguridad también permite tomar conciencia y responder a cómo el miedo limita la libertad de las mujeres, pues la movilidad queda restringida en términos de tiempo (salir menos a ciertas horas del día) y en términos de espacio (evitar ciertas zonas, espacios, etc.), lo que provoca que el sentimiento de pertenencia sea menor y, por lo tanto, se dé menos participación de las mujeres.
Que el diseño urbano puede contribuir activamente a crear condiciones de seguridad, haciéndose un proceso donde la recuperación del espacio público como lugar de relación, de encuentro, de conocimiento y confianza colectiva, sea un elemento primordial.
POR TODO LO EXPUESTO, EL HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE, EN USO DE SUS FACULTADES, SANCIONA CON FUERZA DE
ORDENANZA
Artículo 1° – Créase en el ámbito del Municipio de Bahía Blanca el “Programa Red de Mujeres por la Seguridad”.
Artículo 2º – El “Programa Red de Mujeres por la Seguridad” es una instancia de participación ciudadana cuya finalidad es desarrollar estrategias de intervención a partir de la planificación del espacio público y la construcción de una agenda de política pública territorial consensuada, transversalizando la perspectiva de género y seguridad, como aporte en la prevención del delito.
Artículo 3° – El “Programa Red de Mujeres por la Seguridad” está dirigido a vecinas y referentes de instituciones y organismos no gubernamentales de diferentes barrios de la ciudad.
Artículo 4° – El “Programa Red de Mujeres por la Seguridad” será coordinado por:
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un integrante de la Comisión de Seguridad Pública del Concejo Deliberante,
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un integrante de la Comisión de Género,
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un integrante del Departamento Ejecutivo del área de Seguridad Ciudadana
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un integrante del Departamento Ejecutivo del área de Participación Ciudadana
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un integrante del Departamento Ejecutivo designado de acuerdo a las necesidades que surgieren de la aplicación de dicho Programa.
Artículo 5° – Incorpórase como Anexo I de la presente el Esquema de lineamientos de intervención del “Programa Red de Mujeres por la Seguridad”.
Artículo 6° – Incorpórase como Anexo II de la presente el “Procedimiento para implementación del Programa de Mujeres por la Seguridad”
Artículo 7° – De forma.-
ANEXO I
LINEAMIENTOS DE INTERVENCIÓN
PRINCIPIO 1: Saber adónde se está y adónde se va. La señalización
Este principio apunta a la necesidad de mejorar la orientación general de una persona en el ambiente físico, a partir de elementos visuales.
La señalización debe ser:
-
clara, precisa y estratégicamente dispuesta
-
uniforme para facilitar su comprensión
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visible sin opacar el paisaje
PRINCIPIO 2: Ver y ser visto. La visibilidad.
El diseño de los espacios urbanos debe permitir ser visto y poder ver, esto implica tener un control más o menos cierto acerca del espacio por donde nos estamos desplazando.
Un lugar visible, bien iluminado, aumenta la percepción de seguridad de los habitantes, y en consecuencia, una mayor concurrencia de los mismos al lugar.
El principio de la visibilidad implica:
a. Una iluminación adecuada
b. El control de escondites
c. Ampliar el campo de visión
a. Una iluminación adecuada:
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que los lugares no obstruyan la luz natural (ubicación y distribución de grandes arboledas)
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que en horario nocturno se garantice la iluminación, con una distribución equitativa de las luminarias, de forma que brinde un efecto uniforme, evitando contrastes violentos entre zonas muy iluminadas y zonas no iluminadas.
-
considerar la ubicación de las fuentes artificiales de iluminación para visibilizar especialmente las zonas peatonales.
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mantener y proteger las fuentes artificiales de iluminación.
b. El control de escondites:
Un escondite es un lugar que posee barreras visuales que puede ocasionar el aislamiento de personas, favoreciendo ocasiones de agresión.
Ejemplos de escondites son: matorrales, túneles, estacionamientos subterráneos, lugares en construcción, baldíos, casas abandonadas, etc.
Una intervención en este sentido para mejorar la seguridad es la utilización de materiales transparentes en las paradas de transporte público, o atenuar la inseguridad de algunos lugares particularmente sentidos como tales por la población, a partir de generar actividades sociales en sus inmediaciones.
c. Ampliar el campo de visión:
El campo de visión de las personas no debe ser obstruido y debe ser lo más amplio posible.
En este sentido, es importante:
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eliminar las barreras visuales como, por ejemplo, muros ciegos. Es el caso de los barrios cerrados en las áreas urbanas que delimitan su perímetro con muros que niegan a la calle posibles visuales hacia el interior, transformando la misma en un lugar inhóspito sobre todo en horarios nocturnos.
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ampliar y mejorar el campo de visión con iluminación u otros dispositivos posibles y con el propio diseño del espacio.
PRINCIPIO 3: Oír y ser oído. La concurrencia de personas.
Un espacio o lugar donde se generen distintas actividades sociales permite la concurrencia de personas, y éste es un factor protector en sí mismo. A la inversa, la ausencia de personas constituye un factor agravante de la inseguridad y la violencia.
Este principio requiere revisar las consecuencias de la segregación espacial de funciones y actividades en la ciudad que genera una disminución del sentido de comunidad y de pertenencia a un territorio, y por tanto, un acrecentamiento del sentimiento de inseguridad que producen zonas de la ciudad vacías en determinadas horas del día.
Un lugar muy frecuentado es sometido a un autocontrol espontáneo por parte de las personas que usan ese espacio; la existencia de otras personas en el espacio público posibilita una ayuda potencial en caso de estar en peligro. En este sentido, es importante un diseño y gestión de los espacios públicos que estimule la diversidad de funciones y usos.
Se propone:
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promover y favorecer la diversidad de usos de los espacios con actividades que sean compatibles entre ellas, por ejemplo: residencia, comercios, recreación, cultura (biblioteca o sala de exposición), etc.
-
acondicionar los lugares recreativos tales como plazas y parques con el equipamiento necesario. Por ejemplo, instalaciones deportivas, juegos infantiles, mesas y asientos, bebederos, baños públicos, teléfonos, etc.
-
promover eventos sociales y culturales en la calle, las plazas y parques, etc., especialmente en horarios nocturnos.
Si bien la pertenencia a determinados espacios barriales o institucionales y transitar por territorios conocidos es un factor protector, es necesario relativizar el mismo en contextos de violencia generalizada e indiferencia social
PRINCIPIO 4: Poder obtener auxilio. La vigilancia formal y acceso a la ayuda.
La posibilidad de encontrar ayuda rápidamente, remite tanto a la vigilancia formal directa (guardias de seguridad) o indirecta, es decir la concurrencia de personas.
Este principio implica:
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señalar los lugares y la distancia en metros donde es posible solicitar ayuda.
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indicar las horas de apertura y cierre de los comercios. Esta medida permite a las mujeres localizar, en forma preventiva, los lugares donde pueden recurrir para ser auxiliadas.
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colocar un mapa de orientación a la entrada y en el interior de parques y edificios, con información sobre lo servicios de seguridad próximos.
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garantizar la vigilancia regular de los servicios de ayuda formal en los espacios públicos
PRINCIPIO 5: Actuar en conjunto. La participación de la comunidad.
Este principio apunta a la necesidad de consultar en primera instancia a los ciudadanos, en relación a la planificación de los barrios y la ciudad en general, como también sobre las acciones específicas para garantizar la seguridad y la percepción de la misma.
La participación de la población en el proceso de diseño, materialización, gestión y mantenimiento de los espacios públicos es una premisa que permite garantizar en mayor medida los distintos requerimientos de varones y mujeres de edades diversas, como asimismo contribuir a la seguridad de los lugares a partir de la apropiación que de éstos realizan los ciudadanos /as. La participación de la comunidad es la que permite la sostenibilidad de cualquier proyecto de intervención en el campo de la seguridad urbana.
Es necesario crear y / o fortalecer mecanismos de participación y consulta garantizado
ANEXO II
IMPLEMENTACIÓN DEL PROGRAMA: PROCEDIMIENTO
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Análisis situacional: mapeo de la infraestructura existente, servicios y equipamientos en sus comunidades.
La construcción de mapas constituye una herramienta valiosa y probada en distintas experiencias internacionales.
Los mapas de inseguridad se construyen a partir de la identificación, por parte de las mujeres, de lugares donde se sienten inseguras o han vivido situaciones de violencia, y de las características tanto físicas o sociales que contribuyen a la sensación de inseguridad.
Esta herramienta permite diseñar acciones, para promover espacios urbanos más seguros, tanto en la dimensión física de la ciudad y sus espacios públicos como en la dimensión social (formas de relación que los espacios promueven, utilización y apropiación de los mismos, fortalecimiento de las redes vecinales, etc.)
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Entrevistas y/o encuestas en profundidad para entender los niveles de marginalidad y accesibilidad.
La construcción y aplicación de encuestas referidas a la violencia urbana dirigida a las mujeres, que releve sus diversas manifestaciones, vinculadas a las formas de uso y apropiación de la ciudad y sus espacios públicos, es otra herramienta necesaria.
Es importante la percepción de las mujeres acerca de la seguridad e inseguridad que sienten en el desarrollo de sus actividades, con relación a los lugares de la ciudad donde las realizan, a los fines de orientar las acciones de prevención en este sentido.
Paralelamente es necesario identificar los factores (lugares, momentos, situaciones) que para las mujeres funcionan como protectores de su integridad y su vida, así como los que favorecen la percepción de inseguridad.
Asimismo resulta necesario desarrollar y aplicar encuestas que releven la utilización de los espacios públicos y de la ciudad por parte de las mujeres, las actividades que desarrollan en los mismos, la sociabilidad que despliegan, los obstáculos que encuentran para satisfacer necesidades (laborales, de educación, salud, justicia, recreativas) respecto de los equipamientos urbanos, y que permitirían aportar a un diseño urbano y social acorde a las necesidades de las mujeres y atender los aspectos vinculados a la seguridad que faciliten sus actividades cotidianas.
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Grupos de discusión (con mujeres, hombres, niñas y niños en la comunidad, mujeres con discapacidad)
Es una metodología especialmente recomendada para abordar las percepciones de inseguridad desde la sensación de miedo, incorporando los resultados de las entrevistas y encuestas del punto anterior a
consideración, discusión y análisis de un grupo de forma tal que les permita a las propias mujeres visibilizar y explicitar las situaciones y contextos que les transmiten inseguridad su percepción de las
causas y factores que las originan en un sentido colectivo.
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Caminatas de reconocimiento de elementos de (in)seguridad.
Son auditorías realizada en el terreno, por un grupo de 3 a 6 personas, la mayoría mujeres, que permite evaluar críticamente el ambiente urbano.
El grupo recorre lugares específicos de la ciudad, acompañadas por representantes del grupo de coordinación de la Red de Mujeres por la Seguridad, con el objetivo de analizar la seguridad o inseguridad de los lugares, de acuerdo a los principios detallados en el Artículo Nº 5 y que se vinculan con las características y acondicionamiento de los espacios.
Las caminatas se realizan con el apoyo de un cuestionario y un listado de los elementos a observar en el entorno urbano: señalización, iluminación, escondites, facilidades de transporte o de acceso, obtención de ayuda, afluencia de gente en distintos horarios del día, acondicionamiento y mantenimiento del lugar.
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Revisión de resultados de todo el proceso y desarrollo de una estrategia del Equipo de Coordinación detallado en el Artículo Nº 4 para abordar los problemas identificados en función a los lineamientos de intervención establecidos en el Artículo Nº 5 y detallados en el Anexo I de la presente.